12/02/17 – EL inusitado éxito que tuvo en Puerto Rico la telenovela “Ligia Elena” y su tema musical “Solo Pienso En Ti”, proporcionaron los cimientos para una segunda parte de este melodrama.  En Venezuela, así como en otras naciones, sucedió lo mismo. De ahí no sorprendiera a muchos que tiempo después, los televidentes del Canal 4 nos enfrentáramos a la consabida secuela.

Y es que entonces estaba en pleno apogeo el “reinado” del actor y cantante Guillermo Dávila.  Día a día, fanáticas con pollinas ochentosas y lazos color neón, suspiraban (bueno, suspirábamos) frente al televisor.  Había que contemplar a este galán atípico,  flaco y de ojos saltones…pero con ternura y simpatías que parecían infinitas.  Entonces la pantalla pasaba los créditos de la novela “Nacho” y el cintillo que decía: “Venevisión…televisión con clase”.  Esto, al compás de la melodía “Cada Cosa En Su Lugar”, que interpretaba su protagonista y fuese uno de sus mayores éxitos. Lo anterior quedó evidenciado cuando la entonó el sábado pasado en el Centro de Bellas Artes, de Santurce.

Así las cosas, Guillermo volvió a presentarse esta vez en un escenario del País que, como su Venezuela natal, lo instaló en la fama.  No sólo eso: la nación que le salvó la vida.  El artista lo mencionó varias veces durante su recital del sábado con la emoción que sólo proporciona la más genuina gratitud.

Pero vayamos por partes.  Este concierto dedicado a la festividad de San Valentín, se nutrió de la propuesta musical del protagonista de “Fabiola” y del singular Glenn Monroig. A pesar de lo que muchos anticiparon, los dos artistas no cantaron juntos melodía alguna.  Ni siquiera alternaron sus respectivas presentaciones.  Así pues, se trató de do shows individuales: un dos por uno literalmente. Un concierto de Dávila, al que siguió el de Monroig tras un intermedio.

En virtud de lo anterior, el cantautor puertorriqueño llevó la peor parte, pues le tocó arribar al escenario tarde, tras un concierto completo de quien le precedió.  Pero como sabemos, Glenn es Glenn. Sólo se lamentó “por los que se están yendo porque ahora viene lo mejor (de su presentación) y este es el concierto en el que menos mierda he hablado”.  Su público reciprocó con risas y aplausos.  Quedaron sólo los verdaderos fieles, eso que se abrazan con la melodiosa y potentísima voz de “Si Supieras”.

Pero volvamos a la primera parte.  Guitarra eléctrica en mano, Guillermo inició su presentación con “Me Fascina”.  Con mahones, camisa blanca, chaqueta y tennis, conserva la frescura de décadas atrás.

“El amor nos acelera la cabeza. Nos descontrola. Felicidades en el día del amor y la amistad”, mencionó a modo de saludo.

No desperdició el tiempo y se dirigió directamente a sus éxitos con “Toda La Luz”,  tema de la telenovela que protagonizó con nuestra Ivonne Goderich.  Luego de “Cuando Se Acaba El Amor” exhortó a que las parejas procuraran “arreglar sus cosas… Recuerden que hay que perdonar y darle tiempo al tiempo”.  Así presentó un popurrí nutrido por “Cada Cosa En Su Lugar” y “Es Cuestión De Tiempo”. A renglón seguido, consiguió las risas de la concurrencia al presentar una canción de “un compositor caaasi tan bueno como Glenn Monroig. De Yordano: <<No Voy A Mover Un Dedo>>”. 

Rememorando su anterior visita a la Isla, relató que “hace como dos años varios médicos me salvaron la vida”. (“Gracias a ellos por ser tan maravillosos”, afirmó antes de la canción “Por Amarte Tanto”.

Después recordó sus inicios artísticos, particularmente en la disciplina de la pantomima. Tras una pequeña muestra recibió grandes aplausos con la tierna “Ves Como Es”.  Siguió “Llevo Perfume A Ti” que una fanática aprovechó para sacarse un selfie con el cantante.  Luego, la corista Norma Hernández lo acompañó en una lograda versión de  “Tesoro Mío”, que Dávila popularizó en su momento junto a su compatriota Kiara.

“Las oportunidades pueden pasar. Hay que aprovecharlas”, recomendó antes de recurrir nuevamente a un poco de pantomima (esta vez con la típica rutina de la pared invisible).

Y recalcó:

“Esto me hace recordar mis inicios en el teatro; la pantomima siempre me hace sentir joven”, confesó antes de comenzar con “Atrapado, Atado”, tema que gozó de gran energía gracias al encanto de Dávila, el gesto de una asistente de regalarle una gorra (que se puso de inmediato) y el arreglo musical que incorporó elementos propios de la época sicodélica.

Uno de los momentos más sentimentales de la velada se produjo cuando Guillermo puntualizó que vive agradecido tanto por el apoyo del público boricua a su carrera, sino por su propia vida.

“Estuve en el Hospital de Adultos de Río Piedras (se refería a Centro Médico).  Allí recibí mucho cariño y más que eso, hermandad. Quiero mandarle al personal una bendición grandísima. De veras. Yo soy tuyo, Puerto Rico”, agregó notablemente agradecido.

Tras “Barco A La Deriva”, “Yo No Necesito Más De Ti”, “Sin Pensarlo Dos Veces” y “Déjate Amar”, continuó con “Tu Mejor Amigo”.  Fue en esta última que contó con la sorpresiva aparición de la actriz Giselle Blondet. Luciendo su vestuario de la presentación teatral  “Malas” (que se llevaba a cabo simultáneamente en la Sala René Marqués), nuestra más bella cincuentona bailó, besó y abrazó a quien fuera su coprotagonista de la telenovela venezolana Cantaré Para Ti”.  Así que luego de que ella declarara: “Sí, Guillermo, seré tu mejor amiga”, se retiró hacia la función en curso.  Dávila entonces entonó el tema musical de la telenovela antes mencionada y el complemento con una porción de “Juego Abierto”.

Fue entonces que dio el inicio del final.  La sabrosona “Mamita (ábreme la puerta)” precedió a su relato sobre cuán bien conoció a Puerto Rico, durante el tiempo que residió aquí.

“Me vacilé esa etapa. Vivía en una casa en Villa Mar y hace poco pasé frente a ella. Se me salieron las lágrimas”, dijo con emoción.

Y por supuesto, no podía marchar sin su emblemática “Sólo Pienso en Ti”, de esa novela que nos puso a sufrir con los amores y desamores de “Nacho Gamboa” y su  novia “Ligia Elena”… y las aventuras con su padre, “Pancholón”. Con una sala que coreaba esta melodía como si fuera un himno, se despidió el artista tras haber demostrado que aunque no es dueño de una gran voz, sabe sacarle partido.  Guillermo Dávila mantuvo cautiva a su audiencia, con un repertorio alimentado por éxitos y su natural calidez.  Lució como en sus mejores tiempos y abandonó el escenario dejando atrás a un coro “afinadito”, como él mismo dijo.

Siguió un intermedio de quince minutos antes de que el pizpireto Glenn Monroig acariara oídos con su profunda voz.  Abrió con “Una Mesa en el Café”: su versión adaptada al Puerto Rico de hace décadas de la original de Billy Joel.

Ante los alaridos de “¡Te amooo!”, el cantautor respondió “te-amo-a-qué”.

 Y abundó:

“Sí, en la semana del amor…música mía y me divorcié el viernes… ¡Coño me van a joder el branding!”, advirtió.

Así que en medio de las carcajadas y poco después de explicar que grabó la próxima melodía para su sello independiente, Mamokú, interpretó sólidamente “Hola”.  Durante esta canción, Glenn puso de relieve su dominio vocal, aderezado por tonalidades graves sostenidas largamente, con un estilo en el que parece reciclar su propio aire. A pesar del alud de romanticismo que se apoderó de la sala, durante el puente de este tema, este enfant terrible preguntó si alguien tenía una pastilla de Viagra.

“Después de (ver a) Guillermo (Dávila) les pido disculpas por adelantado”, indicó refiriéndose a su estilo distendido, poblado de “malas palabras” y una que otra referencia sexual.

“Esto fue lo que trajo el barco y créanme… se pone peor”, sentencíó al tiempo que sus incondicionales le contestaron como suelen hacerlo: al calor de aplausos y risotadas.

Culminó “Mírame A Los Ojos” con un impresionante final, recompensado por gritos de “¡bravo!”.  Luego de agradecer a sus dos compañeras de vida (Camille y Sonia) por “haberme dado a mis hijas que son la razón por la que existo y vivo”,  entonó varios números dedicados a ellas, entre los que figuró, “Corazón”.

El saberlo recién soltero provocó varios ofrecimientos del sector femenino reunido en la Sala Antonio Paoli.  Glenn respondió con un “cómo ha progresado el cannabis medicinal, ah…”. (“Cuando uno empieza a salir con alguien, tiene que tirarse el cuento del cabrón que vino antes de ti, el daño o las marcas que dejó en esa mujer. Y yo, como soy cronista de estas cosas, cuando Camille y Gabriel (Suau) se dejaron, me inspiré para escribir esto…”, puntualizó a modo de introducción de “¿Qué Paso Con Ese Amor?”, una de las mejores interpretaciones de la noche.

Acto seguido, el compositor presentó a su “Monroigcita”: su hija Salomé. La adolescente confesó su nerviosismo con tanta simpatía como ternura, antes de preguntarse por qué muchas mujeres gritaban  “te amo” a su padre. Instó a keep your panties in your pants”, en clave de “de tal palo, tal astilla”.  Esto, antes de interpretar con dulzura dos melodías acompañada de su ukeleke (de nombre “Tony”, según contó) y, claro, de su padre a la guitarra quien le dictaba parte de algunas letras.

El autor de “Segundo A Segundo” deleitó a los presentes con los conocidos números “Tal Vez” y “Sin Tu Cariño”, entre muchas otras.

El tiempo ha probado que Glenn es un visionario.  Han transcurrido 32 años desde que compuso y popularizó “Me Dijeron”: selección musical sobre el rechazo a la homofobia o dicho de otro modo, un canto a la aceptación y los derechos a la igualdad.  Este tema emocionó tanto por su pertinencia al día de hoy como por la interpretación del hijo del inolvidable Gilberto Monroig.  Ciertamente, no hay canción que le quede grande a su vozarrón.

“Soy un hombre bien dichoso, he conocido el amor”, declaró antes de aseverar que ese sentimiento es el que tiene “a la Tierra corriendo” y no arrepentirse de nada (en alusión su matrimonio que concluyó legalmente esta semana).

Y Entonces Volviste a Herir” fue entonada con él sentado en el escenario hacia el foso, junto a una fanática cuyo estado de salud terminal no le impidió apretujar, besuquear, recostarse de su ídolo y tomarse el consabido selfie.  El cantante explicó que la admiradora era su amiga en las redes sociales porque “yo soy de esos pocos artistas pendejos que ellos mismos contestan en su Facebook”. 

Y desde luego, el recital finalizó con la insustituible “Por Siempre” que como suele ocurrir, suscitó una ovación de pie.

A Glenn Monroig le gusta hablar como si estuviera en su casa, sin filtros y dando a conocer sus posturas ante las diversas problemáticas de vida.  Sus seguidores lo saben. Eso es parte de su package.  Y lo acogen de buen grado, pues sus expresiones nacen de la autenticidad.

Pero no vienen solas, llegan respaldadas por sus letras hermosas, transportadas en una calidad vocal incuestionable. De modo que los que se fueron antes del final (lo cual es entendible puesto que se trató de dos conciertos completos), se lo perdieron.  Glenn tuvo razón. Valió la pena esperar.

Por Nancy Piñero Vega

(Cámara: Teresa Orriola)