03/92/19 – Da Capo… esa frasecita que significa “ir al inicio”, “regresar al origen” y que al utilizarse a modo de metáfora, puede llegar a significar tanto.  Dos palabras italianas que en papel de pentagrama anuncian que se debe dar un salto en reversa y repetir lo ya interpretado.  Esa fue la gran encomienda que el cantautor catalán Joan Manuel Serrat tuvo a su cargo la noche del sábado en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré con el espectáculo “Mediterráneo Da Capo”.

Se propuso soltar las velas musicales para emprender una travesía al punto de partida de los años de mocedad que dedicó a crear las imperecederas melodías que inspiró su adorado mar.  Serrat zarpó, navegó a sus anchas y regresó a puerto seguro durante una velada aderezada por varias ovaciones de pie, a través del recital que disfrutaron sus contemporáneos y un par de generaciones más jóvenes.

Los primeros acordes precisamente de “Mediterráneo”, generaron una primera ovación de pie para el intérprete que se hizo acompañar de cinco músicos. Con arreglos prácticamente iguales a los originales, el cantante tomó su emblemática guitarra y al pronunciar los primeros versos compartió ese timbre tan característico suyo, una mezcla de lloradito con vibrato, que le caracteriza desde muy joven. De hecho, su voz permanece prácticamente intacta a sus 75 años que asegura llevar  “estupendamente”.  Con todo, decidió celebrar el 47 aniversario de “Mediterráneo” y no esperar a los 50 porque “nunca se sabe”.

Aseguró sentirse feliz de estar en Puerto Rico, lugar que ha “visitado durante tantos años y en donde me sigo sintiendo en casa”.  Acto seguido, presentó “Qué Va A Ser De Ti”  y la aplaudidísima “Vagabundear” mientras se proyectaban en un lienzo triangular, imagénes de un caminante en la playa.

Vestido de negro de arriba abajo y junto a un conjunto carente de coristas, Joan Manuel continuó con “Barquito De Papel” “Pueblo Blanco”. Para interpretar “El Tío Alberto” contó que se inspiró en  un mecenas barcelonés, señor Alberto Puig Palau.

“Confieso que no era mi tío ni tan siquiera parte de mi familia. Pertenecía a la Gauche Divine (izquierda divina en francés), un movimiento de intelectuales y artistas de izquierda que se extendió por Barcelona durante los años sesenta y setenta. Pues bien, la sede del movimiento era un lugar glamoroso, centro de la noche cultural de Barcelona.  Se llamaba  Bocaccio.  Ese taburete era de ese lugar. Puedo asegurar que me lo robé yo mismo y que está bastante achacoso como yo”, puntualizó sobre el objeto tapizado en fushia.

Serrat aprovechó la cadencia de “La Mujer Que Yo Quiero” para presentar a sus músicos dirigidos por el Maestro Ricard Linares.

Acto seguido, expresó:

“Unos dicen que fue en Argamasilla de Alba, otros en Villanueva de los Infantes o acaso en el Toboso”… y continuó refiriéndose  al misterio que rodea al lugar escogido por don Miguel de Cervantes para iniciar las andanzas del hidalgo caballero cuya misión fue prodigar el bien aunque le tildaran de <<tonto y mentecato>>:  “Don Quijote”, argumentó.

Inspirado por este personaje interpretó “Vencidos”, que dio pie a “Esas Pequeñas Cosas”.  Entonces apostó por una repetición de “Mediterráneo” para cerrar lo que fue una primera gran mitad de la presentación,  que mereció otra ovación de pie.

“Hasta aquí <<Mediterráneo>>. Aún no comenzamos la sección de discos solicitados. Estamos en una ´situación intermedia”, bromeó antes de destacar que su mar es bañador de tres continentes de los que brotan naciones e islas de diversos tamaños.

Se refirió entonces a Ítaca como una de éstas y cuna del personaje creado por Homero, “Ulises”.  El músico describió esas referencias como “una pincelada cultural que me gusta integrar porque en estos conciertos no todo puede ser tetas y culos”.  Después de las esperadas carcajadas, entonó en francés “La Mer” de Charles Trenet. De inmediato se entretuvo con una simpática dicotomía sobre “el mar” o “la mar”.  Luego de encontrar los atributos supuestamente masculinos y los tal vez femeninos del cuerpo de agua, lo calificó como “andrógeno y con serias relaciones con la luna”.  A dicho satélite dedicó el siguiente tema titulado precisamente “La Luna” para seguir con un cambio total de atmósfera con posiblemente la canción más famosa de Joan Manuel Serrat:  “Cantares”.

Ahora en lienzo proyectaba lo que parecía ser cartografía antigua mientras los versos de Antonio Machado flotaban en la voz del cantante que una vez rechazó participar en el Festival de Eurovisión 1968 porque no se le permitió cantar en catalán.  La tan predecible como esperada ovación de pie, articuló uno de los mejores momentos de la noche.

Sin abandonar la línea del tópico mediterráneo y luego de haber bromeado con que otros mares (incluyendo nuestro Atlántico) son sólo “sus afluentes”, Serrat se inclinó por un tono más serio para abordar la temática de la contaminación en ese mar que adora y cómo éste ha sido testigo mudo de los abusos que provoca la migración forzada.

“Si fuéramos al fondo del Mediterráneo esperaríamos encontrar cañones oxidados, galeones… pero hallamos toneladas de plástico. No sólo eso. Además de los químicos y los productos, tenemos los resultados de los conflictos que producen tantas muertes entre las fronteras del sur europeo y el norte africano, o el este europeo y el oeste asiático.  El hombre que huye del hambre, la guerra y la persecución … de esos no tenemos las cifras. Y mientras tanto, Europa se sigue tapando los ojos y las narices para que no le explote su pecado en la cara”, sentenció.

Así presentó “Plany Al Mar”.

“Es una pequeña canción que escribí hace muchos años. Y sigue siendo de actualidad”, agregó sobre la melodía sobre dicho tópico que entonó en catalán y cuya traducción al castellano se proyectó sobre un lienzo.

La politiquería y la busconería recibieron su despiadada crítica,  tras la vitrina que representó el tema “Algo Personal”.  Un estruendoso aplauso dio pie al homenaje a la mujer (incluyendo a las cuantas suegras que ha tenido a lo largo de su vida) titulado “Menos Tú Vientre”.

La imperecedera “Para La Libertad” de Miguel Hernández, antecedió a “De Vez En Cuando La Vida” y a “Hoy Puede Ser Un Gran Día”. La concurrencia tarareó y aplaudió entusiasta a “Fiesta”.  Como era de esperar, “Penélope” arrancó numerosas sonrisas de nostalgia porque después de todo, ¿quién no se ha quedado esperando alguna vez?

“No Hago Otra Cosa Que Pensar En Ti” antecedió a la interpretación final de “Tu Nombre Me Sabe A Yerba”.  Cabe destacar que su arreglo, totalmente distante del original, provocó que fuera difícil identificarla en los primeros compases. Pero la hermosa letra hizo descorrer el velo del misterio para marcar el final verdadero del concierto, tras varias falsas salidas.

Joan Manuel Serrat no necesita grandes campañas publicitarias ni otras parafernalias.  Indicó que era un placer y un privilegio ocupar el escenario en la Isla y ante un desgarrado grito de “¡Puerto Rico te amaaaaa!”,  reaccionó ababachado.

“No me digan muchas cosas, que me abruman.  En fin, este viaje terminó y me llevó a buen puerto. Espero que esta travesía los haya llevado a vivir pequeñas emociones. Deseo volver porque uno siempre quiere regresar a donde le tratan bien. Y una advertencia: la próxima vez que yo regrese aquí, por favor, no falte nadie”, concluyó.

Y tal parece Joan Manuel, que allí estaremos.

Por Nancy Piñero Vega