14/10/18 – YA no usa las minis de poliéster con botas de charol blanco;  el delineador de ojos anchísimo, con sombras y labial en colores pálidamente pastel.  Acaso ya no guarde “Lazos Azules y Rosas”, ni mariposee como una adolescente enamorada “Entre las Flores”.

Pero no hace falta. Lissette probó el pasado sábado, como tantas veces lo ha hecho, que seis décadas de carrera sólo han obrado para bien, haciendo que su barca musical siga desplazándose con el viento a su favor.

Inició el concierto con “Un Sábado Más” ante una entusiasta audiencia que, al saque, se percató de que aquel… no sería un sábado cualquiera. Quizás por eso ya a las seis y pico de la tarde no quedaba un estacionamiento disponible en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré. La apertura de la Sala de Festivales asemejaba una abrir de compuertas hípicas, aunque a un ritmo más pausado. Y esto, debido a la edad de la mayoría de la concurrencia. Entre pasos lentos pero constantes – ¿y por qué no decirlo? – numerosos bastones y uno que otro andador, los entusiasmados asistentes poblaron la sala a capacidad.

Lissette Álvarez, ataviada con pantalones verde chatré de pata de campana, un colgante del signo de paz y una camisa negra, continuó su espectáculo con un popurrí de sus éxitos popularizados en la década de los 60:  “Qué Tiempo Tan Feliz”, “Molino Al Viento”, “Cabeza Dura”, “Lazos Azules Y Rosas”, “Reloj Del Cuco”, “Cabecita Loca” y “Qué Calor” (en el cual los bailarines la abanicaron con vistosos plumajes rojos), nos hicieron recordar a la chiquilla que nació en Perú y luego de vivir un tiempo en Estados Unidos, hizo de Puerto Rico su País.  Esta porción inicial siguió a los visuales que nos la mostraron de niña, con pelo cortito y oscuro, cantando su encantadora versión de “El Ratoncito Miguel”.

Para abordar la década de los 70, se proyectó un vídeo en que una joven y rubísima Lissette entonaba un vals peruano junto a sus padres Olga Choudéns y Tony Álvarez.  También la vimos con su hermana Olguita.  A pesar de que los visuales a veces no se podían apreciar con claridad pues se mostraron sobre una cortina algo plisada, el toque del pasado sirvió como la perfecta introducción para cada segmento de un recital que no pudo contar con un mejor título: “Trayectoria”.

“Es un enorme placer estar aquí con ustedes, en esta Isla que recibió a mi familia.  Cuando se me hizo el acercamiento para montar un concierto de trayectoria, yo pregunté: <<¿Pero cuántos días tenemos para la presentación?>>.  Porque yo he tenido una carrera muy intensa.  Mi mamá decía que yo cantaba desde que estaba en la barriga… así que a mi edad hay que sumarle nueve meses.  Pero yo no soy tan vieja… bueno, ahora pueden enterarse de cualquier cosa en Wikipedia”, expresó con simpática ironía.

Aunque la artista juega con los registros altos y hace uso de su cancha escénica cuando le toca llegar a notas más agudas, sigue siendo dueña de un timbre de voz único, de esas voces que se reconocen sin que se torne necesario conocer el tema musical que interpreta. Lissette conserva su frescura y continúa impartiendo a su música los hermosos matices que la han sostenido en la palestra pública hasta el sol de hoy.   Con una carrera impresionante, la madre de Nicole, Alana y Gianfranco, y abuelita de un par (sí, contó que ya tenía nietos), se regodeó en el pasado para indicar que “los años 60 fueron tiempos de inocencia, de grandes descubrimientos para mí y por eso quisiera hacer este recorrido, porque recordar es vivir”.

Tras un vídeo que la mostró cantando en inglés, la artista regresó al escenario con camisa ceñida azabache, ancho cinturón y un chaleco de flecos, todos del mismo color.  Lissette completó su atuendo con un ceñido pantalón blanco y negro con estampado que repitió el motivo del signo de paz.  Su emblemático paje rubio complementó su apariencia para comenzar uno de los segmentos más aplaudidos de la noche: la década del 70.  Conmovió con el medley de “Perdón” y “Trataré”.

Provocó risas, gritos y un par de “te amos”, luego de exhortar a su fanaticada a ejercitar un poco memoria.

“En los setenta y ochenta había una discoteca por la Parada 18. ¿Ustedes se acuerdan de Bachelor’s?”, preguntó.

Todavía el público celebraba la mención de la antigua discoteca gay cuando la intérprete habló del DJ Pablo Flores.

“Él hizo una mezcla tipo dance mix de mis temas y fueron muy exitosos en ese local”, relató antes de provocar muchísimos aplausos con “Ni Su Hombre Ni su Amante”.

“Nuestra cultura hispana es muy pintoresca”, aseveró y enumeró una serie de santos a los que por tradición se les hacía pedidos. Las referencias a San Dimas para encontrar cosas y San Isidro Labrador para que parase de llover, entre otros, precedió el canto al santo para “conseguir novio”: la canción “Glorioso San Antonio”.  Durante esta melodía la cantante se hizo acompañar por varios bailarines enfundados en hábitos franciscanos que portaban pequeños velones, mientras una cruz se proyectaba al fondo. Al final del tema, ya los chicos se habían despojado de la vestimenta y el tono cambió de lo devoto a lo sensual.

“Los 70 trajeron nuevos horizontes a mi carrera.  Participé de todos los programas de variedades existentes.  También, surgió <<El Show De Chucho Y Lissette>>”, señaló con picardía, en referencia al programa que compartió con su exesposo Luis Armando “Chucho” Avellanet.

De inmediato mencionó que “fuimos los primeros <<Sonny And Cher>> latinos”.  (“Luego nos divorciamos, pero seguimos con el show.  La gente quería que volviéramos. No, no volvimos. Pero nos queremos mucho”, afirmó antes de pedir un aplauso para el cantante mayagüezano.

Fue entonces que lo bueno se puso mejor con los éxitos “Falsedad”, “Quiéreme”, “Martes 2 De La Tarde”, “Debut Y Despedida” y “Copacabana” que comprendieron el popurrí que anunciaba el final del segmento setentoso.  Pero antes, conmovió con “Lo Voy A Dividir” y “Te Propongo”.

Lissette retornó al escenario con el uniforme típico de cualquier chica que se preciara de ser ochentosa: maranta rizada enorme, leggins cortititos, botas altas y un bolerito plagado de brillo. El caluroso recibimiento se generó ante las notas del medley que conformaron “Si Un Día Te Sientes Solo”, “Señora Melancolía”, “Un Poco Más” y el gran cierre: “Salvaje”.  Durante esta canción, Lissette contó con coreografía y aprovechó para desplazarse entre el público, repartir besos y abrazos.  Igual sacó partido a la ocasión para organizar la típica competencia entre hombres y mujeres, entonando el coro.

Fue entonces que describió su quehacer en la década de los 80.

“!Qué mucho ajetreo hubo en mi vida durante esos años!  Todo era mucho. Mucho pelo, mucho vestido. Mucho. Mucho. Llegué a usar trajes que tenían como cincuenta libras de canutillos. ¿Y qué me dicen de las hombreras?  Con cada show, crecían las hombreras”, expresó para entonces hablar en un tono más tierno.

“Esa década me trajo a mi media naranja, mi compañero, mi amigo y mi esposo: Willie Chirino. Gracias por estos 38 años”, indicó señalando al músico que se puso de pie y le lanzó un beso.

“Además, durante los ochenta también nacieron mis hijos”, agregó.

Quizás uno de los mejores momentos de la velada lo produjo la interpretación de “Cómo Decirte”, la apasionada “Fuego” y el canto a una dolorosa ruptura amorosa, “Mal Sueño”.

La tónica de profunda melancolía sufrió un giro de 180 grados cuando “Máquina” y “No Soy una Señora” elevaron el ánimo hasta que Lissette se retiró del escenario para presentar a su equipo mediante voz en off:  Fernando Muscolo (teclados), Juan Pablo Seda (piano), Efraín Martínez (batería), Ramón Irizarry (bajo), Raúl Rodríguez (percusión), Wendy Reyes, Félix Alvarado y Yanira Torres (coros); todos bajo la dirección musical de quien también tuvo a su cargo la guitarra, Jorge Laboy.

“Jorge y yo hemos trabajado muchísimo juntos. Somos como un matrimonio, pero sin sexo… como los matrimonios”, bromeó antes de cambiarse de ropa para retornar con una falda grisácea en brillo con una camisa ajustada de mangas largas.

A su regreso al escenario interpretó segmentos de “Descártame” y “Amantes Por Atracción”.  No obstante, la ovación surgió al finalizar su exitosa versión en español del éxito de Bonnie Tyler:   “Eclipse Total Del Amor”.  Este instante climático produjo una aclamación de pie para dar paso al encore en el que Lissette continuó con agradecimientos para su grupo de trabajo, en particular la casa productora SJ Family Entertainment y su presidenta Ivonne Class. Luego entonó “Soles” y “A Veces”.

“Una artista no es nada sin un público que lo apoye.  Puedo decir que lo tengo todo, porque los he tenido a ustedes. En Puerto Rico encontré lo que es la amistad eterna”, subrayó desencadenando un ambiente de euforia.

Y fue justo en medio de aplausos que la artista inició la pieza “Adán Y Eva” con un público cuyo entusiasmo le llevó a corear y a acompañarla con palmas hasta que, tras una breve salida, regresó a la tarima para despedirse con la melodía final de este segundo encore“Luna Llena”.

Lissette, una mujer que afirma musicalmente que “no soy una señora, conducta excelente, ejemplo de virtuosidad” y agrega en esa misma canción que vive “con alas cortadas y muchas ganas de volar”. La vocalista no dejó dudas acerca de lo que sí es:  una señora del escenario capaz de remontarnos a épocas de infancia, juventud y madurez con excelentes temas que encuentran en su voz… la mejor vitrina. ¡Bravo!

Por Nancy Piñero Vega

(Fotos: Angel Negrón)

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