A principios de 1997, el lanzamiento de una nueva producción discográfica de Yolandita Monge, fue todo un acontecimiento para la historia. No solo porque era la primera baladista que se corría la aventura de darle un giro marcadamente drástico a su carrera musical romántica – al saltar a la interpretación de los contagiosos ritmos de la bomba y la plena – sino porque en todas las crónicas del Barrio San Antón de Ponce no existía actividad donde la asistencia del público hubiese copado de esquina a esquina como sucedió en aquella ocasión en que Yolandita vistió de etiqueta a la plena.

Lo que en un principio fue la presentación de un álbum musical, se convirtió en una fiesta de pueblo, en la que los asistentes disfrutaron a plenitud del espectáculo, corearon y bailaron.

“Este era el sueño de mi vida. Cantar ritmos que afiancen mis raíces y la cultura de mi pueblo”, confeso la artista que dio inicio al evento musical con “Susususubir”, tema que el público recibió con una lluvia de aplausos y banderas ondeando con fuerza.

Luego de interpretar algunas canciones, el entonces alcalde de Ponce, Rafael Cordero (Churumnba) le dio un mensaje de bienvenida.
“¡Ay, plena, plenita pena, plena de mi corazón, porque te llevo en mis venas, ay plena de San Antón! Así nos unimos en un agradecimiento profundo a Yolandita Monge”, indicó entre otros tantos elogios, al tiempo que le hacía entrega de la Llave de la Ciudad de Ponce y su Pasaporte y la declaraba hija adoptiva de esa ciudad.

En San Antón, nunca se había visto una tarima tan espectacular como la que se levantó para este evento. Se calculó que la actividad tuvo un costo de $70,000, pues solo la construcción de la tarima diseñada por Fernando y Leonardo Águilu, se elevó a $35,000. Consistía de una plataforma de seis pies de altura, con techo desde donde salían unos enormes óleos que formaban las paredes, con dibujos que aludían a la bomba y a plena. A los lados se ubicaron los músicos en niveles escalonados.

Por Damarys Quiñones

(Fotos de archivo Helda Hoy)