11/02/18 – EL concierto que ofreció Lucecita Benítez el pasado sábado en el Centro de Bellas Artes contó con interesantes sorpresas. No sorprendió a nadie, sin embargo, que la mayoría del público que abarrotó la Sala de Festivales se concentrada en el llamado grupo de la “tercera edad”. Es decir, como si la convocatoria fuera para una convención de AARP, que muy bien pudo ser auspiciador del concierto.

El primer imprevisto al dar comienzo el espectáculo fue la proyección en pantalla de fragmentos de la cobertura fílmica y sonora del recibimiento y otros eventos en reconocimiento del triunfo de Lucecita en el Festival de la Canción Latinoamericana, efectuado en México en 1969. La interpretación de la composición “Génesis”, de Guillermo Venegas Lloveras, en ese evento, la convirtió instáneamente en estrella internacional para la teleaudiencia de Hispanoamérica y de los hispanos residentes en Estados Unidos.

En cierto modo, la presentación de la artista por la animadora Alexandra Fuentes en un vídeo promocional de Triple S, puede considerarse una sorpresa pues al concluir, sin subir el telón, nos estremeció diáfana y recia como siempre, la Voz Nacional, cantando los primeros versos del tema “Distancias”, de Alberto Cortés.

Tras subir el telón y concluir la canción inicial en el repertorio, pudimos apreciar el diseño escénico sobrio, destacando únicamente a Lucecita primorosamente vestida de blanco. La primera parte del show consistió principalmente de los temas presentados en el concierto original vinculadas a la “nueva canción latinoamericana” de las últimas décadas del siglo xx. En esta etapa se hizo evidente la consistencia de vino añejo de su voz, aún rica en sus registros graves característicos y en sus modulaciones tiernas, a veces apenas un susurro. La sensibilidad exquisita de la artista fue notable al declamar fragmentos de poesía entre las canciones. El momento cumbre de la primera parte fue la interpretación magistral de “Alfonsina Y El Mar” … de la autoría de Mercedes Sosa.

Luego del breve intermedio, la segunda parte inició con “Soy De Una Raza Pura”, de David Ortiz Angleró. Otras variaciones de la temática del concierto original fueron “Amanecer Borincano”, ofertada con contagiosa alegría; y del mismo autor, Alberto Carrión, “Si Tan Solo Un Instante”, en una entrega intensa y conmovedora. Con igual emoción, vocalizó una sentida versión sembradora de esperanzas de “Las Manos Del Campo”, de Antonio Cabán Vale, “el Topo”.

Asombró, por cierto, la presentaóción como artista invitado del juvenil cuatrista Luisito Sans, a quien Lucecita señaló como su vínculo con las nuevas generaciones. La ejecución del joven fue realmente virtuosa, particularmente en el tema “Lelolai”. Sin embargo, hay que señalar que, aunque apropiado para que Luisito se luciera, es un tanto anacrónico en la alusión al cuatro en la letra de la canción cuando dice que después de Navidad, “rueda por el suelo”.

Ese desdén aparente pudo ocurrir cuando se escribió el tema hace algunas décadas, pero actualmente ¡el cuatro vive una Época de Oro! Hay miles de cuatristas en todo Puerto Rico, mujeres y varones de todas las edades.  Se ha integrado a conciertos sinfónicos y se proyectó mundialmente cuando varios jóvenes cuatristas acompañaron a René Pérez en la ceremonia de entrega de los Grammys Latinos.

El épico poema “Oubao Moín”, de Juan Antonio Corretjer, musicalizado por Roy Brown, no fue sorpresa para cerrar el concierto. Lucecita desbordó, una vez más el vibrante torrente patriótico de su voz en su sentida rendición de los versos del también llamado Poeta Nacional. Al clamor del público, tras bajar el telón volvió a escena con su tema bandera: “Génesis”. Esta vez la sorpresa fue un leve quebranto en la voz que superó rápidamente y al repetir la letra del hermoso madrigal, su voz resonó potente alcanzando su plenitud acostumbrada, levantando al público para la última y más prolongada ovación de la noche.

Consideramos, no obstante, que el punto culminante de la segunda mitad del concierto fue la espectacular entrega del “Unicornio Azul”. Toda la riqueza de su voz en su variedad de matices irradió ternura y obstinada pasión en la incesante búsqueda del elusivo unicornio, de Sylvio Rodríguez.

Lucecita condujo el concierto en breves segmentos de una conversación íntima y coloquial con el público. Comentaba tópicos pertinentes a la situación del País y el público respondía con aplausos o con risa cómplice y en ocasiones ambas. En tono jocoso hizo una crítica sutil y algo mordaz en torno al tema de la energía eléctrica luego de los huracanes. Para dar énfasis al coloquio familiar y espontáneo con la audiencia, dejó escapar un par de “coños” y otras interjecciones que todos disfrutamos… Lucecita, que lució una figura más delgada, cantó muchos de los temas sentada en la peculiar silla de la que, según contó, se enamoró a primera vista.

Finalmente, es justo y necesario destacar el exquisito acompañamiento musical. Sobresaliente la sección de cuerdas y la percusión, así como excelente sección de vientos y la magistral dirección del maestro Ito Serrano. Brillante por demás el recital que ofreció el pianista Juan Carlos Vega, especialmente en “Alfonsina Y El Mar” y en “Unicornio Azul”. Regio también el acompañamiento de los coristas, que embelezados en la magia de Luz Esther, olvidaron entrar en uno de los temas. Solo Lucecita se percató y al concluir la canción les llamó la atención amorosamente.  Reiteramos como un acierto la participación del cuatrista Luisito Sans. ¡Bravo!

Al reflexionar sobre el concierto hay que afirmar que cumplió el objetivo de ofrecer un espectáculo “comprometido con la excelencia”, como ella expresó. Sin ser necesariamente un evento de trayectoria, recorrió a través del repertorio sus principios, valores e ideales: el amor por el prójimo, la patria y su entorno, libertad, justicia social, identificación con los desposeídos, igualdad, equidad, inclusión, confraternidad… Igualmente celebró la poesía y mostró su pasión por la belleza. El concierto es pues un canto y un llamado a la solidaridad, a la reconciliación y a la esperanza de superación de la crítica situación que vive nuestro Isla… Vibra “el pueblo en su voz” porque Lucecita sigue siendo la Voz Nacional de Puerto Rico.

Por Adolfo R. López Ferrer

(Fotos: Rafi Claudio)